La ciencia sabe dónde está la felicidad (pero tu cerebro no)
Nuestro cerebro se equivoca a la hora de predecir qué nos hará felices e infelices. Prestemos atención al psicólogo, experto en felicidad, Dan Gilbert. ¿Sabía usted que las personas que se quedan tetrapléjicas acaban siendo tan felices como las que ganan la lotería? ¿O que 75 % de la gente supera cualquier tragedia, por terrible que haya sido, en tan solo dos años?
Seguramente le cuesta creer todo esto. La ciencia ha logrado demostrar que nuestro cerebro se equivoca constantemente, así que no hay que fiarse mucho de él.
El científico y psicólogo, experto en felicidad, de la Universidad de Harvard, Dan Gilbert, ha ofrecido una charla llamada «Felicidad, lo que tu mamá no te contó», en la que aborda los motivos por los que la felicidad se encuentra a veces en los acontecimientos menos favorables, y casi nunca donde esperamos encontrarla.
Su charla empieza con los asombrosos resultados de un estudio científico que midió los niveles de felicidad en las personas que han ganado la lotería y las que han sufrido accidentes que las han dejado tetrapléjicas. Sucede que, pasados unos años, el nivel de felicidad registrado en ambos grupos de personas fue muy similar. ¿Por qué ocurre esto?
Tenemos un «simulador de experiencias», y no funciona muy bien En los últimos dos millones de años, el cerebro del ser humano ha crecido hasta alcanzar aproximadamente los 3 kilos de peso. «Cuando el cerebro crece, es porque se crean estructuras nuevas», explica Dan Gilbert en una de sus charlas.
La corteza prefrontal es, en palabras de Gilbert, «un simulador de experiencias, (…) nos permite imaginar y anticipar cómo serán nuestras experiencias». Somos el único ser vivo equipado con esta estructura cerebral, que nos permite planificar acciones y tomar decisiones en virtud de experiencias simuladas mentalmente. Esto, que es en principio una gran ventaja, es también la principal causa de que nuestra búsqueda de la felicidad sea errónea: esta parte del cerebro suele calcular bastante mal el grado de felicidad o infelicidad que nos causarán las experiencias futuras.
«Lo llamamos «prejuicio de impacto», y es la tendencia de ese simulador a funcionar mal, a hacerte creer que el impacto de los acontecimientos va a ser mucho mayor de lo que en realidad es: encontrar o perder una pareja, aprobar o suspender un examen, comprar o no ese par de zapatos que tanto te gustan.
El impacto de todo eso tiene mucha menos intensidad y duración de lo que la gente cree que va a tener».
Al final, según demuestra la ciencia, ni lo bueno es tan bueno, ni lo malo es tan malo. O como decía William Shakespeare: «No hay nada bueno ni malo, es el pensamiento humano el que lo hace parecer así». Crear nuestra propia felicidad
«Los seres humanos tenemos algo que podemos entender como un sistema inmunológico mental —continúa Dan Gilbert—: un sistema de procesos cognitivos que nos ayudan a cambiar nuestra visión de las cosas y a sentirnos mejor en el mundo en el que nos encontramos». Según datos desprendidos de su trabajo con pacientes, 75 % de las personas vuelve a ser razonablemente feliz solo dos años después de cualquier tragedia, por terrible que haya sido.
Y es que, de acuerdo con Dan Gilbert, los seres humanos pueden «sintetizar» la felicidad, es decir, crear su propia felicidad. Las personas son muy capaces de ser felices a pesar de que ocurran imprevistos o de no conseguir lo que quieren. Para aclarar los términos, la «felicidad natural» sería la que se siente cuando alguien obtiene lo que quiere, y la «felicidad sintética» es aquella que creamos, que «sintetizamos», cuando no ocurre.
Consejos sencillos
Según este investigador, las actividades que más felicidad aportan son las siguientes:
• Relacionarse con otras personas.
• Hacer ejercicio.
• Escuchar música.
• Charlar.
«Son consejos aburridos —comenta Gilbert—, pero es cierto que funcionan».
«La felicidad —concluye este psicólogo— es un asunto de química del cerebro. La genética infl uye, pero las circunstancias también. Intentar ser más feliz es como bajar de peso. No hay ningún secreto para bajar de peso: comer menos y hacer más ejercicio. Con la felicidad ocurre lo mismo. Hay unas pocas cosas que se pueden hacer y, si se hacen todos los días religiosamente, el promedio de felicidad irá subiendo».
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