Las reglas generales de tildación

Rama era silencioso como una tumba… cosa que quizá fuera en realidad. No habla
señales de radio, en ninguna frecuencia; ninguna vibración que los sismógrafos pudieran
captar, aparte de los microtemblores causados sin duda por el creciente calor emanado
del Sol; nada de corrientes eléctricas, ninguna radiactividad. Estaba casi presagiosamente
tranquilo. Uno hubiera supuesto que un asteroide sería más ruidoso.
«¿Qué esperábamos?» se preguntó Norton. «¿Un comité de recepción?. No estaba
seguro de si debía sentirse decepcionado o aliviado. La iniciativa, de todas maneras,
parecía pertenecerle.
Sus órdenes eran esperar veinticuatro horas, y luego salir a explorar. Nadie durmió
mucho ese primer día. Hasta los miembros de la tripulación que estaban de turno se
pasaban el tiempo observando en los monitores los ineficaces instrumentos de sondeo, o
mirando simplemente por los portillos de observación el paisaje geométrico.
¿Está vivo este mundo? se preguntaban. ¿Está muerto? ¿O tan sólo dormido?

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